La difusión del conocimiento
Es de común aceptación que existe una relación clara entre el conocimiento de las personas que integran una organización y los resultados que pueden llegar a alcanzar. El sentido común nos dice que cuanto mejor sepa alguien llevar a cabo una tarea o desarrollar un proceso, mejores serán los resultados. Mejores, en el sentido de más eficientes (mayor output con los mismos recursos), se producirán con mayor rapidez, se producirán con mayor seguridad, …
Ésta es una de las conclusiones a las que nos lleva el Taller de la Isla de los Pájaros que nos sirve de introducción en la mayoría de los proyectos relacionados con la Gestión del Conocimiento que desarrollamos.
Pero, si la relación es tan obvia, cómo es que la gestión del conocimiento no está implantada en más empresas. Debatíamos al respecto con directivos de empresas de fabricación de componentes del sector de la automoción y nos indicaban: «La implantación de los sistemas para la Prevención de Riesgos Laborales ha reducido de manera sensible los accidentes. Los procesos para la identificación y prevención de las causas forman ya parte de la operativa de las empresas». Esta afirmación concuerda con los resultados de un estudio presentado a finales de 2015 en CIERVAL en relación al impacto de la Ley de PRL vigente desde 1995, que evalúa la mejora que se ha reflejado en una notable reducción de la siniestralidad, reducción que, entienden, se ha dado más gracias a la sensibilización promovida por la Ley de PRL, que a las sanciones y penas previstas por la Ley.
Obviamente, no existe ninguna ley que obligue a la implantación de modelos para la gestión del conocimiento. No obstante, la nueva ISO 9001:2015 ya contempla en su cláusula 7.16 la necesidad de gestionar el conocimiento organizacional. La Gestión del Conocimiento está ya suficientemente desarrollada en relación con los flujos de conocimiento a gestionar, a la identificación de los factores facilitadores y los requisitos del modelo de gobernanza que la impulsarán. Para alcanzar su plena implantación, es ya posible y necesaria esa sensibilización al respecto que muchas empresas han conseguido con la PRL.
Ahora, el verdadero reto para la Gestión del Conocimiento es su integración en el día a día, para ello debemos de pasar de modelos organizativos en los que la responsabilidad se concentra en el departamento de Gestión del Conocimiento a otros, en los que la responsabilidad es asumida por roles clave en todos y cada uno de los departamentos de la organización. El papel del Departamento para la Gestión del Conocimiento pasa a ser el de promotor y facilitador de los procesos (ya contrastados). De esta forma la Gestión del Conocimiento pasa a integrarse en la operativa habitual de cada una de las áreas que integran la organización. Cuando esto se consigue, entramos en las llamadas dinámicas de «aprendizaje organizacional» en las que los equipos de trabajo (de cualquier área de la empresa) integran de forma natural:
1.- El aprendizaje antes de iniciar un proyecto, revisando las lecciones aprendidas en otros casos similares, consultando las mejores prácticas recogidas en el banco de conocimiento o contactando con otros equipos que hayan superado situaciones semejantes..
2.- El aprendizaje durante el proyecto, analizando las causas de las desviaciones o errores cometidos o identificando posibles mejores prácticas a compartir con el resto de la organización.
3.- El aprendizaje a al finalizar el proyecto, revisando y mejorando los procesos ya existentes con las lecciones aprendidas o identificando posibles errores o frenos que se puedan producir en un futuro.